En la dermatitis atópica, la piel es más sensible de lo habitual, y se inflama con estímulos tan simples como el uso de jabones, de tejidos sintéticos sobre la piel, o simplemente a veces el propio sudor.
Las causas son múltiples, pero fundamentalmente, la piel de las personas con dermatitis atópica se volvería más “porosa”, con dificultad para retener el agua, así como para mantener su efecto de barrera y protegernos de las agresiones con las que entramos en contacto en nuestra vida cotidiana. Es por eso por lo que no solo suelen tener eccemas con facilidad, sino que, además, la piel alterada es más propensa a ciertas infecciones como verrugas, molluscum o ciertas bacterias como las que provocan unas lesiones llamadas impétigo.
A veces el fallo se encuentra en nuestros genes. Otras veces la piel se vuelve permeable por ciertos elementos externos como los detergentes, la caspa de algunos animales, los ácaros y algunas bacterias, que generan o empeoran los brotes de dermatitis.
¿A qué edad aparece la dermatitis atópica?
Aunque afecta a cualquier edad, se inicia habitualmente en la infancia, incluso durante los primeros meses de vida. Muchos pacientes, sin embargo, mejoran a comienzos de la adolescencia, pudiendo recaer (o no) en la vida adulta.
¿Cómo se ve la dermatitis atópica?
Las zonas afectadas van cambiando con la edad. En niños en más frecuente que afecte a abdomen, cara, labios, alrededor de la boca, detrás de las orejas, incluso en los pulpejos de los dedos. A medida que nos vamos haciendo adolescentes o adultos muchas veces se localiza en pliegues, especialmente de codos y rodillas.
La piel suele estar rasposa, a veces como “piel de gallina”. Muchas veces está enrojecida, incluso en forma de rodales o en forma de monedas (eccemas “numulares”). Si hay rascado, es frecuente que tenga heridas. Y, si uno se ha rascado durante mucho tiempo, la piel se vuelve gruesa, pigmentada y con las líneas muy marcadas en su superficie (en ese caso llamada liquenificada o paquidérmica).
Hay también ciertos rasgos más frecuentes en personas atópicas, como las ojeras marcadas, las líneas más oscuras en la palma de las manos, la queratosis pilar (unos puntitos rojos y rasposos principalmente en los brazos o la cara), el eccema dishidrótico. La pitiriasis alba también es frecuente: rodales blanquecinos en brazos y cara en especial, frecuentemente confundidos con hongos.
¿Qué enfermedades se asocia a la dermatitis atópica?
Muchas veces existen otras alergias, que se manifiestan como asma, rinitis o conjuntivitis.
A veces también existe dermatitis alérgica de contacto, generada por sustancias que entran en contacto con nuestra piel, por lo cual la gran mayoría de los productos para los atópicos tienen poca cantidad de conservantes, perfumes o químicos en general.
Por otra parte, las reacciones a medicamentos y ciertas alergias alimentarias también suelen ser más frecuentes, aunque no se recomienda retirar alimentos de la dieta si no es por indicación médica.
Se sigue estudiando también si existe relación entre atopia y obesidad, que podría comenzar ya en la edad pediátrica, así como con diversas enfermedades autoinmunitarias como la alopecia areata, el vitíligo, el lupus eritematoso, la urticaria crónica o la enfermedad inflamatoria intestinal.
¿Cómo hay que cuidar la piel atópica?
Principalmente, hay que tener en cuenta los cuidados básicos:
- Usar ropa de algodón en contacto directo con la piel. Nunca ponerse lana sin una capa intermedia, evitar telas sintéticas y que rasquen.
- Al contrario de lo que se pensó mucho tiempo, los baños en bañera son beneficiosos. Pero lo que sí, conviene utilizar el mínimo de jabón, no hacer espumas ni usar químicos en el agua.
- No rascar la piel. Ni con esponja, ni con la toalla, ni exfoliantes ni manoplas.
- No usar perfumes en contacto con la piel.
- Intentar utilizar “química limpia”. No quiere decir “productos naturales” (muchas veces los que se venden como tales tienen todo tipo de alergenos), sino que no tengan perfumes, colorantes ni conservantes.
- No usar toallitas higiénicas, y menos las que huelen o tienen aditivos.
- Usar protectores solares en lo posible físicos, y cuando vayan creciendo siempre pediátricos. Evitar protectores en spray transparente, es habitual que les irrite la piel.
- Al salir de piscinas o del mar, o cuando se haya sudado, procurar cambiar enseguida la ropa.
- Evitar abrigar en exceso a los niños atópicos. El sudor y el calor frecuentemente les empeoran los eccemas.
- Usar emolientes o hidratantes desde edad temprana.
- Como la mayoría de los pacientes mejoran con la exposición al sol, suele ser bueno destapar las zonas con eccemas cuando el clima lo permita. Eso sí, exponiéndolos siempre con prudencia y sentido común, y nunca permitiendo que se quemen.
¿Qué tratamientos existen para la dermatitis atópica?
Por suerte, la mayoría de los pacientes responderán a las medidas generales de cuidados y no necesitarán más tratamientos.
Pero cuando no son suficientes, es cuando hay que recurrir a tratamientos activos. Entre ellos, los que más usamos son:
- Los antihistamínicos, especialmente aquellos más antiguos que además de calmar el picor, calman la irritación nerviosa asociada.
- Las cremas que bajan la inflamación de la piel como los corticoides locales.
- A veces utilizamos alternativas a los corticoides, como el tacrolimus o pimecrolimus. También existen otras cremas en desarrollo como el crisaborol o tofacitinib, con resultados prometedores.
- Ocasionalmente, usamos rayos ultravioleta. Eso sí, siempre bajo control dermatológico.
- Si existe una infección asociada, como por molluscum o impétigo, es necesario tratarla. En ocasiones son los hongos los que se aprovechan de la disminución de defensas de la piel.
- Cuando lo previo falla puede ser necesario recurrir a fármacos que actúan sobre nuestro sistema inmunitario, ya sea corticoides por vía oral o medicamentos inmunosupresores.
- En casos elegidos utilizamos los más recientes medicamentos biológicos que están diseñados para actuar en la vía específica de inflamación del atópico, respetando al máximo el resto de nuestras defensas.
No dude en consultar a su dermatólogo todas las dudas y miedos referentes a los tratamientos, ya que tanto la participación de los padres como del mismo paciente son imprescindibles para lograr un control de la enfermedad. También existen asociaciones con las que puede contar, como la AADA (Asociación de Afectados por la Dermatitis Atópica), que pueden ofrecerle la ayuda que necesite